domingo, 2 de noviembre de 2008

Autor: Aozora
Couple: TOPGD



Siento el calor de tu aliento contra mis labios, el olor potente de tu colonia choca mis fosas nasales. Mis manos se aferran al cuello de tu polera, y doy de lleno en tu mejilla izquierda con mis nudillos.

- ¡GD! – oigo a TaeYang detrás mío, y luego los fuertes brazos de SeungRi rodean mi cuerpo – ¡Se supone que es falso!

Todos con muecas preocupadas pero acompañadas de leves risas nerviosas. Tú sólo sobas con fuerza el lugar afectado, secando la poca sangre que de ahí brota.

¿Acaso rompí tu lindo labio?

- Curemos la herida, y seguimos la grabación – sólo asiento ante el mandato del director, tomando mi gorra y acomodándola. No te miro, porque sé que me fusilas con tu negra mirada, murmurando maldiciones e insultos que sé nunca me dirás de frente. DaeSung me mira serio, que gracioso. ¿Cuándo fue que el rey de las bromas se volvió un hombre completamente serio y preocupado?

- ¡Hey! – y ahí está de nuevo TaeYang con su peculiar voz infantil. Me toma de los hombros y me sonríe como siempre. Si es que vuelve a pedirme un momento para oír la palabra del “señor”, le patearé ese enorme trasero que tiene, aunque SeungRi luego me asesine por lastimar a su pobresito YB.

Ahora sólo quiero mojar mi cara, calmar un poco el molesto ardor de mi estómago. Quiero vomitar, llorar, morder lo que sea, pero parar todo ya.
Me suelto de mi compañero, importándome poco que luego me mire con tristeza en sus ojos y me obligue contarle todo.

¿Qué podría decirle? ¿Qué su líder se encamó con el mayor del grupo? ¿Qué el inocente Gdee ya no es tan inocente, y fue completamente mancillado por aquel enorme chico con rostro malicioso?

TaeYang simplemente no lo creería.

Nunca creería que el graciosísimo T.O.P jugó con los sentimientos del burlesco G-Dragon. Que ambos decidieron secretamente ser parte de una peligrosa entretención. Que compartieron tanto cama como saliva, entre besos y lamidas furtivas. Que sólo uno sufrió, y que sólo uno ganó.

- ¿Te sientes bien? – DaeSung vuelve al rescate, pasando una mano por mis espalda al verme casi metido en el lavamanos del pequeño camerino. La pintura de mis ojos corre por mis mejillas, creando la imagen perfecta para las siguientes escenas.

“Mi corazón sacudido como el viento
Mi corazón desvanecido como el humo”

¿Puede una canción representar tanto mi situación? Siento que por fin plasmo realmente lo que sucede en mi interior. Siento que al fin él puede darse cuenta de lo que realmente creó.

Un Gdee diferente. Un Gdee destruído.

Mi dedo recorre las manchas oscuras que son mis mejillas, esparciendo la pintura de manera patética. DaeSung sólo me observa a través del espejo, admirando lo estúpido que puede llegar a ser su líder. Ése que una vez prometió protegerlos a todos, ése que daba la cara por cada uno, ése que deseaba llegar lejos.

- No sacarás nada si sigues así – siento la voz de DaeSung de manera lejana, apenas y puedo unir las palabras y crear una frase coherente en mi mente.
Me importa poco lo que piensen, lo que digan, lo que hagan. Tan sólo quiero destruír todo lo que tú haz creado a tu alrededor, todo lo que posees y atesoras, incluso si dentro de esas cosas está mi corazón.
Quiero pisotearte, golpear tu rostro un centenar de veces tal y como lo hago en sueños. Que esas ojeras en tus ojos no sólo sean efectos de horas de maquillaje, sino también fruto de noches en vela. No duermas pensando en mi, en lo que hiciste, en un arrepentimiento.

Haru Haru suena de fondo, y DaeSung desaparece. Sé que tendré que volver, listo para actuar, para desfallecer de a poco en mi conciencia, borrar lágrimas verdaderas y sustituírlas por unas gotas artificiales. Y ahí estarás tú, sonriendo de lado y mirándome con recelo.

¿Temes que vuelva a golpearte?

- ¿Qué pretendes? – mi cuerpo tiembla al saberme acompañado de ti. ¿Por qué vienes?

- ¿Qué quieres? – respondo, secando mis manos en la polera que traigo, dejando una negra marca en los costados. Siento mi estómago contraerse nuevamente y las ganas de vomitar y expulsar todo vuelven a mi. Si tan sólo no estuvieras mirando, si tan sólo no te quedaras ahí parado, correría a brazos de cualquiera y me refugiaría en su calor. Quizás sentirme amado es lo único que hace falta, sentir un par de brazos cálidos y reconfortantes.

- Te corriste el maquillaje – susurras, acercándote acechadoramente a mi, rodeando mi cuerpo como antes lo hacías.

¿En qué momento la puerta se cerró? ¿En qué momento cambiaste de parecer?

- Suéltame – digo apenas con un hilito de voz, perdiendo la fuerza que hacía poco me alborotaba, la misma que me hizo golpearte con tal desenfreno. ¿Por qué me tocas? ¿No sentías asco de mi?

- Shhh – nuevamente tu aliento choca contra mi piel, ésta vez con otro objetivo. Allí donde el aire golpeó, queda un rastro de humedad, cortesía de tu traviesa lengua. Puedo imaginar tus dientes jugando con la sensible piel de mi cuello, mientras tus manos ya se hacen dueñas de mi polera, moviéndola lentamente, jugando a desesperarme.

El tiempo y el pasado ya se hacen invisibles en mi mente.

¿Qué fue de nosotros?

Eso ahora no importa.

Y siguiendo nuevamente el desgraciado juego al cuál me invitas, retrocedo unos cuantos pasos, apegando mi espalda a tu amplio pecho, siendo, ese gesto, acompañado de un corto gemido de mi boca, pues mi trasero a golpeado aquella parte tuya tan caliente.

- ¿Aún te gusta jugar Gdee? – muerdo mis labios, siendo conciente de que la respuesta a tu pregunta siempre será y seguirá siendo un “Si”. Porque amo jugar en tus brazos, sentirme víctima de tus acciones y recibir todo lo que deseas darme – Pues juguemos... otra vez.

Arrastras mi cuerpo a una de las mesas donde descansan la mayoría de los artefactos, retirando de manera brusca las vestimentas que me cubren. Aquellos pantalones ajustados, ahora sólo se mantienen al nivel de mis rodillas, tú lo has dicho, “sólo eso es suficiente”. Mi polera yace sobre el respaldar de la silla que alguna vez TaeYang usó en sus momentos de lectura cristiana, y el gorro aún sigue sobre mi cabeza, ocultando los desordenados cabellos negros.
Mi espalda sufre una descarga de frío cuando choca contra la helada pared, pero a ti parece no importarte mis reacciones; ensimismado estás en morder cada centímetro de mis hombros, mientras mis manos se pasean por tu pelo, enredando mis dedos con él.

Jamás te importó mi bienestar, y quizás sea eso lo que más me ata a ti.

La rudeza de tus palabras y acciones. El tono tosco que usas para tratarme y esa maliciosa sonrisa que siempre aparece cuando estamos a solas.

- Álzalas – ordenas, y al instante me encuentro sentado sobre un mesón, alzando mis piernas para ti. Debo tener la peor cara de puta deseosa, pues tus ojos brillan extrañamanente y tus dientes me saludan en una sonrisa curvada.
Acaricias mis muslos, rasguñando levemente cuando mis gemidos comienzan a guardarse en mi garganta. ¿Por qué no me dejas hacerte sufrir? ¿Por qué debes llevar el control de todo? En mi alma, en mi vida y también en el sexo.


- Vamos, no los escondas – y mientras tus labios se apoderan de la piel de mis piernas, son gritos ahogados ahora los dueños de mi boca. Sé que si llegan a oírnos sólo yo seré el culpable y el que recibirá el castigo. Porque tu nunca respondes, nunca.

Recorres con tu caliente lengua cada rincón de mi parte inferior, haciéndose énfasis en mis caderas porque sabes que es ahí mi punto de satisfacción total, y no tardo en revolverme inquieto ante los rudos toques que proporcionas en aquella zona. Tus dedos aprietan el contorno, haciéndome gemir con más potencia. Gracias a Dios que la música sigue sonando en el aire, o si no ya me vería entregando explicaciones a todos.

El tiempo pasa, y pareciera que sólo pretendes llegar a cierto punto conmigo, porque tus manos no han abandonado mis piernas, y tu lengua ahora recorre el interior de mi boca.

Y sonrío. Porque tu boca y la mía siempre han tenido otro tipo de conexión. Una que nuestros cuerpos no poseen, una que sólo es lograda con la calma que pocas veces mostraste conmigo.

Me besas tranquilo, lamiendo mi paladar y mordiendo con delicadeza mi labio inferior. Me miras, sé que lo haces. Sé que si abro mis ojos, tus pupilas negras estarán fijas en las mías. Tus manos se sitúan en mis mejillas, y secas las lágrimas que ya han recorrido durante todo este tiempo. Tus dedos se manchan con el maquillaje negro de mi rostro, pero poco parece importarte. Y vuelvo a llorar ante la suavidad con la cual me tratas. Me siento volar, me siento tranquilo. Te apegas a mi pecho desnudo y repleto de marcas, acariciando con la tela de tu polera aquellas cicatrizes que tú mismo dejaste.
Tu lengua jamás recibió la mía con tanto anhelo y dedicación como ahora.

¿Qué te sucede? ¿Por qué de un momento a otro cambias?

- JiYong.. – susurras, y yo vuelvo a cerrar mis ojos, permitiendo que las últimas gotas saladas se queden dentro – Mírame..

Tengo miedo. No quiero mirarte y volver a encontrar a ese chico frío e insensible que siempre fue mi punto de partida. No quiero perder este efímero momento para despertar en la misma pesadilla a la cual me llevaste.

Por favor, no me dejes caer nuevamente.

Salta conmigo.

- Esto es todo – dices de manera tranquila, con una sonrisa que jamás creí en ti. Me miras con ternura, subiendo mis pantalones y pasando por última vez tus dedos por mi torso. Besas mi mejilla húmeda y sucia, para luego posar tus labios en mi frente perlada de sudor.

- ¿Esto es todo? – te miro buscando alguna respuesta a lo que dices, pero tus ojos sólo me muestran cansancio.

- Si, esto es todo. Ya es demasiado. Paremos con éste dolor colectivo, ¿si? – tomas mi polera, y cual niño pequeño, me la colocas – no llores más, y prometo no hacerlo tampoco.

Quedo estático, sin poder creer nada de lo que dices. Mis piernas cuelgan del mueble y mis labios permanecen abiertos de sorpresa. Tu olor queda en la habitación, mientras que tu cuerpo desapareces rápido. Mi manos se aferran a la madera, y siento que todo cobra sentido ante mis ojos.

Sufrías. Tanto o más que yo.

¿Por qué me dejaste dañarte así? ¿Por qué fuimos tan estúpidos de caer en un abismo sólo de dudas y dilemas?

Te amo, y ahora sé que tú también. Nos amamos y por lo mismo sabemos que no podemos seguir.

Somos concientes que esto dolerá por un tiempo, gritaremos e insultaremos el maldito destino de nuestras vidas.

Pero con una tranquilidad en nuestros corazones. Un recuerdo tortuoso pero perfecto. Un recuerdo desastroso pero único.

El recuerdo de ambos.

Un recuerdo nuestro.


-------

Aww ~ ésto está escrito hace bastante tiempo XP ¿qué puedo decir? .. Amo las imágenes del princio °¬° .... ~ *rueda*

Aozora

No hay comentarios: